Marco Aurelio García, Asesor  de la Presidencia de Brasil para Asuntos Internacionales, dice, en un reciente artículo aparecido en Página 12: “Una de las paradojas de la situación actual de nuestro continente es que la derrota política y electoral del conservadurismo no ha sido acompañada por la derrota de muchas de sus ideas, de sus valores, y, sobre todo, de sus medios de difusión”, entre otros conceptos, que vale la pena tener en cuenta para este presente y futuro latinoamericano.

 

Por estos días uno de los temas centrales del periodismo en la Argentina han sido las palabras de Miguel del Sel sobre la Presidenta de la Nación y la agresión a Axel Kicillof. Mucho se ha escrito y observado sobre estos  hechos, donde hubo análisis verdaderamente ricos para el debate y la reflexión, y donde excepto mencionar que, como tantos otros, no creo que sean casuales,  quiero hacer referencia a dos conceptos que tienen que ver con expresiones del dirigente brasileño citado anteriormente.

 

A fines de los años 60 y desde el 70 en adelante con mucha fuerza los medios hegemónicos fueron difusores de un esquema de análisis por el cual la represión se justificaba porque ellos, “los subversivos”, habían empezado primero la “agresión”, que después se transformó en “apátrida”. Desde esta aparente simpleza, se terminaron convalidando atrocidades, asesinatos, desapariciones y la política del terrorismo de Estado. La gente en lo cotidiano, en su trabajo, en la carnicería, en la mesa familiar, en el almacén, escuchaba en las radios y amanecía con los diarios que repetían, permanentemente, esta definición.

 

No existía el proceso histórico por el cual un hecho tenía que ver con una situación anterior y esta a su vez formaba parte de un entramado de intereses económicos, políticos y sociales. La cuestión es, como en un cruel juego de niños: “quien empezó primero”.

 

La otra idea fue “por algo habrá sido”, que se los llevaron, que los mataron, que están desaparecidos. Ahora ese concepto fue reemplazo por el “por algo es” y entonces, no importa las circunstancias, que esté con su familia o viaje en condiciones como lo hace tanta clase media, la agresión a Kiciloff, por ejemplo, fue justificada desde estas perspectivas, por varias figuras del arco opositor.

 

La concepción es la misma que la de aquella época y todos sabemos como terminó. Es indudable que los tiempos son distintos y que muchos, con razón, dirán que no se puede, tan ligeramente, comparar esas situaciones, partiendo de la base que hablamos de etapas dominadas por las dictaduras y ahora ya hace varios años que estamos en democracia, sin embargo hay un sector social, no mayoritario, pero tampoco tan residual, que atesora estos conceptos y los traslada a los hechos, y después, obviamente, se producirá, tarde o temprano, la agresión. Es decir, la falsa como eterna lucha del bien contra el mal.

 

Pero vale la pena estar atentos, para ello deseo compartir un fragmento de un artículo aparecido en el diario Castellanos de la ciudad de Rafaela (Santa Fe) en enero pasado titulado “La Cámpora y los topos de Cristina”, firmado por Carlos Berro Madero, donde se puede leer lo siguiente en una parte del mismo:

 

Suele considerarse a los topos como verdaderos “infiltrados” por naturaleza. En la vida animal, gozan de la reputación de tener un apetito insaciable y se alimentan de quienes caen en trampas que van montando en sus caminos subterráneos. Pocas veces salen de sus madrigueras y por ello es bastante difícil divisarlos.

Viendo el avance sutil pero constante de los Larroques, Kicilloffs, Nahones, De Pedros y compañía, nos ha venido a la memoria la conducta habitual de estos verdaderos depredadores. (…)

La única manera de detener a un topo es fumigando su madriguera con energía y sin piedad, porque no existen topos “buenos” que comprendan cuáles son los límites a los que deben sujetarse.(…)

La Presidente ha exhibido claras intenciones de crear su “tropa” de leales, dejando que ésta avance sobre cuanta organización de segundo o tercer grado existe en la administración de su gobierno.

Son sus “topos”: Hasta ahora éstos han tenido dónde buscar comida suficiente como para “ofrendarle” algunos sobrantes a su jefa espiritual, pero ya comienzan a demostrar su característica de verdaderos topos: la insaciabilidad. (…)

Por ello, parece un ejercicio interesante, profundizar en como “decodifica” o “lee” la población estos hechos que suceden, advirtiendo  que es curiosa la actitud de que frente a estas situaciones, una cantidad mayoritaria de testigos, observa pero no actúa en defensa “de”, o ensaya algún gesto que demuestre lo que verdaderamente está pensando sobre lo que presencia, y esto en particular refiere, no sólo a lo sucedido en el barco, sino a innumerables conflictos antes y después del mismo, de mayor o menor magnitud, que ocurren en todo el país.

Debemos reconocer, en función de los acontecimientos que se van produciendo, que en muchas familias argentinas hoy se debate, se discute y se toman posiciones sobre cuestiones que hacen a la vida política del país y que originan peleas, desencuentros y hasta enemistad, allí donde antes, todo parecía estar en calma, quieto, controlado.

Y esto es uno de los elementos que con la fuerza de los grandes medios, se le imputa al gobierno como un contravalor, confundiendo responsabilidad con culpa y  posicionando la concepción que en ello radica el origen de la confrontación y la división que hoy muestra la sociedad; sin reconocer, como tantos han señalado, que en toda la historia, y la argentina tampoco es la excepción, las contradicciones, los intereses y los posicionamientos forman parte esencial de la misma.

Dichas estas palabras, con la sola finalidad de aportar a la reflexión de algunas de las ideas y  valores que están detrás del insulto, los pedidos de disculpa y las agresiones.

 

                                                                       CARLOS BORGNA